Qué bueno llegar a ser viejo

junio 15, 2013

Sí, que bueno llegar a ser viejo, pero con una vida bien vivida para deleitarse volviéndola a vivir con los recuerdos.

Cuando se acerca el día en que celebramos el Día del Padre, me complace ver el realce que le están dando a la figura paterna pues hay que reconocer que los padres hemos evolucionado y hoy encontramos padres con un estilo diferente, involucrados totalmente con la formación de sus hijos y conscientes de que, de una niñez feliz depende en gran parte la vida de un adulto sano. Por esto es tan importante hacerles entender a los jóvenes el proceso de envejecimiento concientizándolos de que la juventud no es eterna y es de las etapas más efímeras que tiene el ser humano. Debemos prepararnos y aceptar todos, ese grado de madurez que llega con la vejez, como un privilegio del gusto de haber vivido y vivir la vida con intensidad, que no es más que  cuestión de actitud. Solo ahora, con la vuelta de los años, he entendido por qué mi padre me llamaba el muchacho viejo de mi generación, pues desde pequeño me ha interesado el tema de la vejez, ya que rápidamente entendí la vida,  como un proceso en el que tenemos que construir a diario el mañana donde vamos a vivir, mañana y el resto de los días que nos quedan.

Cuanto ganaríamos, si todos, tanto jóvenes como viejos, entendiéramos la sabiduría que se encuentra con la vejez, por algo algún filosofo dijo, “Los años enseñan lo que los días desconocen”. Desafortunadamente no estamos aprovechando a nuestros viejos y les estamos decretando la muerte lenta, tratándolos como muebles viejos, obsoletos y desactualizados, olvidando que ellos fueron los que nos condujeron, de una u otra manera, hasta el sitio donde estamos hoy.

La vida me ha enseñado lo valioso que es un viejo y que la edad no se debe medir por los años que una persona tiene sino por la fuerza de espíritu que posee y así he conocido jóvenes de ochenta y pico de años y verdaderos viejos de veinte; es por esta razón que no debemos estar prevenidos hacia la vejez, porque no se trata de los años que tengamos sino como sepamos vivir.

Muchos le tienen miedo a la vejez y por eso nos encontramos a la gente peleando con los años, como aquellos que usan peluca, se hacen injertos de pelo o se tiñen las canas, o aquellas maduritas que van periódicamente al quirófano, se hacen lipoescultura o aun usan minifalda y está bien que cuidemos nuestro aspecto físico, pero sin caer en esa lucha que denota un pánico a dejar de ser el centro de atracción porque ya no se inspira admiración o sensualidad, cuando se puede seguir siendo fuente de inspiración con la belleza que dan los años, pero solo nos estamos preocupando por responder a la tendencia actual en la que predomina la belleza exterior, importándonos muy poco la única belleza que perdura, “la belleza interior”.

Por todo lo anterior, invito a mis queridos lectores, de todas las edades, a construir sobre nuestras fortalezas y siempre preocupándonos por preguntarnos: ¿Qué estamos haciendo con nuestra vida?, teniendo en cuenta que es preciso cuidarse, no para competir como si siempre fuéramos jóvenes, si no para preservar la salud y la autoestima.

Los invito a entrar en la viejoteca (viejo-te-ca….mbió la vida) pero que el cambio siempre sea para bien. Rodeemos a nuestros viejos con amor, con alegría, con amistad, aceptémoslos como son, porque esa es la siembra que nosotros pronto también recogeremos y recordando siempre lo que ese libro sabio de los Proverbios nos enseña: “La gloria de los jóvenes es su fuerza, y la hermosura de los ancianos es su vejez”-

¡Feliz día, Papá!

Eudoro Román Lemos

 

 

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *