EL MOMENTO DE MAYOR OSCURIDAD SE DA…
EL MOMENTO DE MAYOR OSCURIDAD SE DA CUANDO VA A AMANECER
Hoy más que nunca necesitamos pensar que tendremos un nuevo amanecer, pero necesitamos construir un mañana con esperanza y fe y colocando a Dios como epicentro de toda actividad. Estoy convencido que estamos como estamos, primero porque hemos dejado a Dios en un plano secundario y sólo nos acordamos del Dios bombero, cuando necesitamos apagar los incendios que nuestros actos producen, y segundo porque creemos que los líderes son otros y que nosotros no somos líderes. En tiempos como los que estamos viviendo, nuestro País, nuestras empresas y nuestras familias siguen reclamando a gritos LIDERES que se comprometan integralmente con lo que están haciendo, entendiéndose como integral aquel ser humano que actúa movido por sus principios y valores, pensando que su desarrollo depende del bienestar que puede lograr para la gente que lo rodea.
Por todo lo anterior sigo insistiendo en la necesidad de un liderazgo proactivo a todo nivel, en el que se reconozcan las debilidades humanas para minimizarlas y se maximicen todas nuestras fortalezas para aprovechar todas las oportunidades, minimizando también las amenazas que nuestro hermoso País nos está ofreciendo.
Como una reflexión para todo lo que nos está sucediendo y que tiene que ver mucho con liderazgo, permítanme transcribir una carta que me encontré leyendo el libro “LIDERAZGO, ESTRATEGIAS PARA TIEMPOS DIFICILES” de Donald T. Phillips y que valga el comentario, me regaló mi amigo JONAS CARDONA QUINTERO. Es una carta escrita por Abraham Lincoln, presidente de los Estados Unidos al general Joseph Hooker, escrita con ocasión del nombramiento de éste para el cargo de jefe del Estado Mayor del Ejército del Potomac.
Washington, 26 de Enero de 1863
General Hooker:
Le he puesto a usted al mando del ejército del Potomac. Desde luego, mi decisión se fundamenta en razones que me parecen suficientes. No obstante, pienso que le conviene saber que hay algunas cosas que me impiden estar completamente satisfecho con usted. Creo que es un soldado valiente y experto, lo cual me complace sin duda alguna. Creo también que mezcla la política con su profesión, y sigue así una conducta acertada. Tiene confianza en sí mismo, una cualidad personal valiosa, aunque no indispensable. Es ambicioso, algo que considero más beneficioso que perjudicial, dentro de los límites razonables. Pero, durante el tiempo en que el general Burnside (antecesor de Hooker) estuvo al mando del ejército, me parece que usted se dejó arrastrar por su ambición y le contrarió en tanto como pudo, causando así un gran daño al país y a un muy meritorio y honorable compañero de armas. He oído, de fuentes dignas de crédito, que dijo recientemente que tanto las Fuerzas Armadas como el Gobierno necesitan un Dictador. Naturalmente, no le he dado el mando por decir esto, sino a pesar de haberlo dicho. Sólo los generales invictos se pueden proclamar dictadores. Lo que le pido ahora son triunfos militares y, a cambio de ellos, soportaré el riesgo latente de una dictadura. El Gobierno le apoyará hasta el máximo de sus posibilidades, ni más ni menos que lo que ha hecho y hará con todos los comandantes en jefe. Pero mucho me temo que el espíritu que ha ayudado a infundir en las Fuerzas Armadas, de criticar a su comandante en jefe y retirarle la confianza, se volverá ahora contra usted. Le ayudaré a suprimirlo en tanto cuanto pueda. Ni usted ni nadie, ni siquiera Napoleón que volviese a la vida, serán capaces de mandar con resultados óptimos un Ejército donde prevalezca tal espíritu.
Y ahora, ¡cuidado con la temeridad! Evite la temeridad, pero con energía y siempre vigilante, avance y tráiganos victoria tras victoria.
Reciba mis más afectuosos saludos
A.Lincoln
Considero esta carta, una pieza magistral de liderazgo. En ella, con una pincelada maestra, Lincoln dice a Hooker exactamente lo que piensa de él (lo bueno y lo malo) y le especifica lo que espera de su servicio; le ofrece apoyo y asistencia y le anima a tomar la iniciativa y a hacer las cosas como se deben hacer. No sobra decir que el general Hooker se sintió profundamente impresionado. Varios meses después, explicaba a un periodista que este comunicado privado era “exactamente igual que la carta que un padre podría escribir a su hijo ”.
El liderazgo implica frecuentemente una cierta afinidad familiar y el carácter paternal con el pulso firme de Lincoln. En consecuencia, es normal que los líderes eduquen y guíen a su gente de un modo comparable como lo hacen los padres con los hijos.
Con los trabajadores de nuestros días, quienes esperan algo más que recompensas tangibles y monetarias, los líderes necesitan recurrir a tácticas persuasivas que se diferencien del procedimiento tradicional del “garrote y la zanahoria ”.
Entender los matices que se desprenden de las distintas posturas y crear una línea de contacto, o una amistad, con la diversidad de trabajadores le permitirá a usted tomar el camino más eficaz para alcanzar el éxito sin detrimento de las relaciones interpersonales.
Espero que este editorial haya sido un mensaje de liderazgo y también un símil con lo que necesitamos hoy en nuestro país.
Eudoro Román Lemos.
Excelente escrito, obsequias mucho para reflexionar, gracias