¡¡¡ Nuestro mundo se acaba !!!
No se me angustien. No es que me haya vuelto astrólogo para predecir el fin del mundo, tampoco es que haya estado en comunicación con Nostradamus (Michel de Notre-Dame), aquel que fue médico de Carlos IX desde 1564, ni es que me haya detenido a hacer una interpretación literal de las profecías de los Mayas, aunque algo debe tener el Mayagedón.
Lo que sí puedo es recordarles aquella verdad que todos conocemos y que poco tenemos en cuenta para vivir: El mundo se acaba para usted y para mí y necesitamos volvernos conscientes de esta gran verdad, pues no necesitamos aprender a morir sino aprender a vivir, siendo buenos estudiantes en la escuela de la vida, sabiendo que la vida no es una tragedia sino un reto.
Los buenos estudiantes no necesitan que sucedan cosas graves para apreciar la vida. Claro que nada está garantizado en la vida, fuera de que todo el mundo tiene que enfrentarse a dificultades. Así es como aprendemos. Algunos se enfrentan a dificultades desde el momento en que nacen, esas son las personas mas especiales de todas, que necesitan el mayor cariño, atención y comprensión, y nos recuerdan que la única finalidad de la vida es el amor.
¿Por qué tenemos que esperar a que la vida nos sacuda para pensar, a veces demasiado tarde, en lo que podíamos haber hecho, en lo que hemos hecho y en lo que hemos dejado de hacer? Cuando lo que requerimos es hacer cosas que verdaderamente tengan sentido de vida. Necesitamos darnos cuenta que hasta el estuche en el que viajamos es prestado y que lo único que nos llevamos, si es que nuestro viaje continúa es un espíritu que saldrá del estuche o fortalecido o debilitado, lo cual depende de qué tan buenos estudiantes hayamos sido en esta gran escuela.
La vida es bella, es corta, y es una gran oportunidad para crecer, y el crecimiento se da en la medida en que aprendamos a compartir con nuestros semejantes. Aquí es donde hay que replantear hasta el modelo educativo, pues es un modelo cargado de mucha información, que cada día será mayor dados los adelantos tecnológicos, pero carente de formación y afecto. Nos han enseñado a sobrevivir en una sociedad de consumo cada vez más devoradora, pero no se nos ha enseñado a como vivir plenamente. Para mi vivir plenamente es poder disfrutar con el mayor número de personas un amanecer, escuchar el saludo de los pájaros al recibir el nuevo día, gozarme un atardecer, tirarme en la arena a construir castillos no sólo con mis hijos sino con todos los niños de la playa, algunos de ellos en busca del amor que no encuentran en los suyos.
Necesitamos vivir la vida con intensidad y para mí intensidad es cada persona, cada momento, cada lugar, y todo lo hermoso que la naturaleza tiene para ofrecerme. Para mí vivir con intensidad es reconocer que existe una fuerza organizadora del universo a la que aprendí a llamar Dios, no importa cómo le llame usted, lo que sí importa es que reconozca que existe.
El proceso de aprendizaje es fácil, lo que no tenemos es el método adecuado para aprender a vivir fácilmente. Ustedes se estarán preguntando: ¿y cuál es el método? El único método necesario para vivir una vida plenamente es aquel que se centra en el amor. Sí, en el amor hacia todo lo que nos rodea, llámese personas, trabajo, cosas y todo aquello que nos han colocado para disfrutar de este viaje y que a veces las personas empiezan a disfrutar cuando ya es tarde.
Disfrutemos juntos de este viaje entrando al club de los buenos estudiantes y bueno no es sinónimo de santurrón. Bueno es aquel que vive la vida con inteligencia poniendo a disposición de la gente que lo rodea y de sí mismo, todo lo que Dios nos da para que vivamos.
Sueño con el día en que se dé prioridad a las necesidades de un ser humano, pero no solamente a esas necesidades materiales, que también son necesidades, sino también a las del espíritu y la mayor de ellas, el amor.
La vida se disfruta dando, dando y sobre todo dando amor…. Demos todo el amor que tenemos para dar, antes de que nuestro mundo se acabe.
Eudoro Román Lemos.