La pobreza es un estado mental

agosto 16, 2013

Así como ocurre con muchos padecimientos mentales: se alivian quienes creen que pueden curarse, igual sucede con los males físicos, para vencer se requiere esfuerzo, iniciativa y determinación.

Siempre me ha fascinado estudiar sobre el comportamiento humano, tratando de buscar respuestas a todo lo que pasa a mi alrededor y uno de  los interrogantes que me he hecho es, ¿por qué existe tanta pobreza? y concluyo que siempre será un estado mental, porque no importa el lugar donde hayamos nacido si queremos forjarnos un futuro, lo que importa es la imagen que tenemos de nosotros mismos, pues ésta es como un termostato, y nuestro desempeño ocurre dentro de los limites preestablecidos. Ustedes me dirán que no tenemos las mismas oportunidades, pero yo diría que oportunidades tenemos todos pero no decidimos sobre nuestro propio valor y que podemos aceptar nuestras limitaciones al tiempo que luchamos por superarnos. Y es aquí, en medio de estudiar y estudiar sobre los seres humanos, donde me he encontrado con un concepto nuevo para mí y que quiero compartir con mis queridos lectores y es el de la RESILIENCIA, la cual han definido los especialistas como la capacidad que tenemos los seres humanos para salir adelante en medio de tragedias, de grandes limitaciones, estando sólidos por dentro.

En Colombia tenemos un caso de Resiliencia que todos recordamos desde el colegio, y es el caso de un excelente ex presidente quien fue hijo natural de una lavandera: Marco Fidel Suarez, en una época donde estaba más estratificada la sociedad, este niño estudió a punta de vender periódicos; aprendió a leer solo; su madre era analfabeta y salió positivamente enriquecido, lo que no les pasa a muchos otros en esas circunstancias.

Otro caso es el de la señora del ex presidente de Estados Unidos, Eleanor Roosevelt; ella fue una mujer maravillosa, admirable, la primera dama de USA, más importante por lo que logró, fue una niña que teniendo cinco años se le murió la mamá y quedó en manos de su papá alcohólico y le tocaba ir a arrastrar a su padre borracho hasta la casa hasta que tuvo 17 años, cuando se escapó de su hogar. Fue una niña que no tuvo una guía, protección ni afecto y fue una persona que capitalizó ese sufrimiento para recuperarse y llegar a  ser un ser humano muy especial. Eso es la Resiliencia, esa capacidad humana para hacer frente a las adversidades e incluso salir fortalecido. Y así como estos dos casos, existen muchos otros de Resiliencia que conocemos y les confieso que mi vida es otro de estos casos que algún día conocerán a fondo en el libro que estoy escribiendo sobre mi propia vida, siguiendo el consejo de George Bernard Shaw, quien dijo: “Un escritor que escribe acerca de sí mismo y de su propia época es el único que escribe acerca de todas las gentes y todos los tiempos”.

Por esto entiendo y comparto que se necesita fortaleza interior, que desafortunadamente no tenemos todos, pero ésta es la que nos hace reaccionar ante la adversidad, y por la falta de esta fortaleza interior es que existe tanta pobreza en el mundo, esto me ha llevado a inventarme la frase “La educación evita que los pobres sigan siendo pobres por herencia y que los ricos, con el despilfarro de su herencia se vuelvan pobres” Miren el ejemplo de Marco Fidel Suarez, quienes lo conocían dirían que ese niño no iba a poder estudiar, pero estudió a punta de vender periódicos. Estos casos referentes están desapareciendo de nuestros diálogos familiares, pues estamos trasmitiendo a nuestros hijos mensajes de vida fácil, con el paradigma que deben sufrir menos de lo que nosotros hemos sufrido y ellos están entendiendo que su vida es responsabilidad de nosotros los padres y no que ellos son los arquitectos de su propia vida. Necesitamos formar seres humanos como las pelotas de golf, que entre más duro les dan más lejos llegan, no como las pelotas de ping pong que al darles con algo pesado se aplastan y destruyen. En este momento hay mucha gente como las pelotas de ping pong y por esto hay tanta pobreza, pero también hay gente como las pelotas de golf, a quienes les puede caer lo que sea, quedan con una cicatriz pero nunca se revientan y ¿Cuál es la diferencia entre una pelota de golf y una de ping pong distinta del uso? Que la una está llena y la otra está hueca.

Con el sufrimiento, con las penas, uno puede hacer tres cosas:

  1. Dedicarse a llorar el resto de la vida y ser el pobrecito/a, la víctima a la que le pasó una tragedia, nació en un hogar pobre y ahí quedó.
  2. Escapar por medio del trago, las drogas, el trabajo de mañana, tarde y noche o de cualquier tipo de adicción para olvidar.
  3. La que a mí me gusta, crecer a partir de la adversidad, viviendo, superando y elaborando el duelo donde haya que elaborarlo.

Invito a mis queridos lectores a que hablemos de Resiliencia donde quiera que estemos, pues ésta es un tonificante para superar los obstáculos por los que nos toca pasar y sobre todo que le compartamos a las generaciones que estamos formando que la vida se construye con el andar, con decisión y firmeza y con el convencimiento de que existe en nosotros un núcleo interior verdaderamente hermoso.

Eudoro Román Lemos

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