Qué bueno llegar a ser viejo

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septiembre 19, 2016

Sí, que buen llegar a ser viejo, pero con una vida bien vivida para deleitarse volviéndola a vivir con los recuerdos.
Hoy, en pleno siglo XXI con la velocidad del cambio que estamos viviendo, cuando los jóvenes tienen el mundo en sus manos, o a un clic como dirían ellos, es muy importante hacerles entender el proceso de envejecimiento concientizándolos de que la juventud no es eterna y es de las etapas más efímeras que tiene el ser humano, aquí vale la pena recordar “la juventud es una enfermedad que se cura rápidamente”.
Debemos prepararnos y aceptar todos, ese grado de madurez que llega con la vejez como un privilegio del gusto de haber vivido y vivir la vida con intensidad, que no es más que cuestión de actitud. Solo ahora, con la vuelta de los años, he entendido por qué mi padre me llamaba el muchacho viejo de mi generación, pues desde pequeño me ha interesado el tema de la vejez, ya que fácilmente entendí la vida como un proceso en el que tenemos que construir a diario el mañana donde vamos a vivir, mañana y el resto de los días que nos quedan.
Cuanto ganaríamos si todos, tanto jóvenes como viejos, entendiéramos la sabiduría que se encuentra con la vejez, por algo algún filosofo dijo “Los años enseñan lo que los días desconocen”. Desafortunadamente no estamos aprovechando a nuestros viejos y les estamos decretando la muerte lenta, tratándolos como muebles viejos, obsoletos y desactualizados, olvidando que ellos fueron los que nos condujeron, de una u otra manera, hasta el sitio donde estamos hoy.
La vida me ha enseñado lo valioso que es un viejo y que la edad no se debe medir por los años que una persona tiene sino por la fuerza de espíritu que posee y así he conocido jóvenes de ochenta años y verdaderos viejos de veinte; es por esta razón que no debemos estar prevenidos hacia la vejez porque no se trata de los años que tengamos sino como los sepamos vivir.
Muchos le tienen miedo a la vejez y por eso nos encontramos a la gente peleando con los años, como aquellos que usan peluca, se hacen injertos de pelo o se tiñen las canas, o aquellas maduritas que van periódicamente al quirófano, se hacen lipoescultura o aún usan minifalda y está bien que cuidemos nuestro aspecto físico, pero sin caer en esa lucha que denota un pánico a dejar de ser el centro de atención, porque ya no se inspira admiración o sensualidad, cuando se puede seguir siendo fuente de inspiración con la belleza que dan los años, pero solo nos estamos preocupando por responder a la tendencia actual en la que predomina la belleza exterior, importándonos muy poco la única belleza que perdura, “ la belleza interior”
Por todo lo anterior, invito a mis queridos lectores de todas las edades, a maximizar fortalezas y siempre preocupándonos por preguntarnos: ¿Qué estamos haciendo con nuestra vida?, teniendo en cuenta que es preciso cuidarse, no para competir como si siempre fuéramos jóvenes, sino para preservar la salud y la autoestima.
Los invito a entrar en la viejoteca (viejo-te-ca….mbio la vida) pero que el cambio siempre sea para bien. Rodeemos a nuestros viejos con amor, con alegría, con amistad, aceptémoslos como son, porque esa es la siembra que nosotros pronto también recogeremos y recordando siempre lo que ese libro sabio de Proverbios nos enseña: “La gloria de los jóvenes es su fuerza, y la hermosura de los ancianos es su vejez”.

Eudoro Román Lemos

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