De nuevo llegó Navidad y se nos acaba otro año en nuestro calendario. Siempre nos parece que los años van cada día más de prisa pero no hay tal, somos nosotros los que cada día vivimos más de prisa olvidándonos muchas veces de vivir la vida y permitiendo frecuentemente que nos entre esa piquiña del aburrimiento que en cualquier momento todos sentimos, o dígame que usted no y deme por favor la formulita.

La navidad me encanta porque creo que es la única época del año donde experimento la mayor dosis de alegría y mi niño interior me dice con mayor fuerza aquella frase de Friedrich Niestzsche quien dijo: “¿Es que la vida no es cien veces demasiado corta para que seamos nosotros mismos los que nos aburramos?”. O aquellas palabras de Dylan Thomas “ Alguien me está aburriendo; creo que soy yo”. Reflexiono y concluyo que el único responsable de mis estados de ánimo soy solamente yo y nadie más.

En este tiempo de reflexión me he detenido a pensar por qué los seres humanos nos aburrimos, he encontrado algunas causas comunes escudriñando con mis amigos, y saltan expectativas no cumplidas, trabajos sin salida, falta de actividad física, pero la más representativa es aquella donde aparecemos demasiado espectadores y poco participantes y ¿quién es el responsable de todo esto? pues cada uno de nosotros.

 Necesitamos vivir menos preocupados, ser conscientes que muchas de las cosas por las que nos preocupamos nunca suceden. Me gusta algo que escuché en una ceremonia judía, estando en Israel, tomada del libro de plegarias El Mahzor “Es frecuente que esperemos demasiado para hacer lo que debemos hacer hoy, en un mundo que sólo nos da un día cada vez, sin seguridad alguna de que llegue el mañana”. Por esto no debemos esperar a que llegue el año nuevo para empezar a hacer lo que hemos venido aplazando, esperando a que se den las circunstancias adecuadas, pues éstas nunca serán perfectas y nos quedaremos sin hacer lo que queremos hacer.

 Es hoy, en esta navidad, que debemos hacer lo que  queremos hacer porque si seguimos esperando, solo alimentaremos nuestros deseos no cumplidos y por ende nuestra fuente de aburrimiento. Necesitamos tomar conciencia de que su vida y la mía están en nuestras manos para alcanzar las metas que nos propongamos, para dar la bienvenida feliz al mañana en lugar de quedarnos en el ayer, sintiéndonos infelices.

 Por todas estas razones en esta navidad y ojala para siempre, voy a dejar que ese niño que llevo dentro, me aconseje y me haga reír a carcajadas compartiendo con todos los niños que tengo a mi alrededor, voy a pedirle al niño Dios que me permita jugar con el niño que llevan dentro mis amigos que se volvieron demasiado adultos y no volvimos a ver la vida como la veíamos en nuestra niñez, una vida llena de esperanza, de alegría, de cosas maravillosas que invitan al regocijo, una vida donde no hay tiempo para  aburrirse solo hay que meterle acción a nuestras imágenes, eso que llamamos IMAGINACIÓN y qué mejor que esta época para reordenar nuestros pensamientos.

Deseo expresarles a mis queridos lectores mis sentimientos de gratitud por dedicar unos minutitos de su invaluable tiempo para leer lo que escribo y desearles en esta Navidad y siempre….DICHA Y PROSPERIDAD.

 ¡DIOS LOS BENDIGA!

 Eudoro Román Lemos