En nuestra época el recurso tiempo cada día se está haciendo más escaso, ni siquiera los avances tecnológicos han contribuido a que nos queden unos minutos adicionales para nosotros mismos. La verdad es que el tiempo es un recurso no renovable y no lo estamos utilizando eficientemente, pues no nos está quedando tiempo ni para sonreír, esa vitamina que tanto necesitamos en este acelere en el que vivimos metidos.

Una sonrisa produce más sonrisas y es como la brisa que acaricia nuestro rostro en un día soleado.

Estamos tan metidos en el día a día que no estamos haciendo una pausa para el buen humor, olvidándonos que no debemos tomar la vida tan en serio, pues de ninguna manera saldremos vivos de ella.

Necesitamos válvulas de escape, y una de éstas es una linda sonrisa y por qué no, una carcajada. La gente que nos rodea necesita recibir de nosotros mensajes de ternura, de amor, saber que son importantes en nuestra vida y que nuestra vida adquiere sentido cuando encontramos eco en nuestros semejantes, léase  bien, ECO, pues éste es siempre la repetición de lo que decimos.

Le pedí a mi mujer que me sugiriera un tema para este editorial y me dijo: escribe sobre la relación con tu familia y cuenta como cada día estas aprendiendo más y más a disfrutar con ella y no es que haya crecido analfabeta en las relaciones con mi familia, pero si he cambiado de ritmo y soy conciente que la mayor parte de mi tiempo productivo la paso en dos partes: EN MI TRABAJO Y CON MI FAMILIA, entonces por qué no tratar siempre que estos momentos sean bien gratificantes?

Disfruto con una sonrisa que a veces saco yo mismo con una sonrisa mía, vibro con las risas de mis hijos, me enamoro con una sonrisa de mi mujer. Confieso que me estaba volviendo un adulto demasiado serio y hace ya varios años decidí nacer de nuevo, con la sabiduría adquirida con el paso de los años pero poniéndola al servicio mío y de la gente que me rodea, antes me olvidaba de la persona y de la empresa más importante, YO MISMO S.A. Ciertamente he logrado alcanzar satisfacción día tras día con los logros obtenidos tanto en mi trabajo como en las relaciones con mi familia. He aprendido a reducir el paso y mirar a mi alrededor. Disfruto con mi trabajo y he logrado que mi familia participe de esta experiencia. Hoy sonrío más que ayer.

Necesitamos hacer rendir el tiempo y eso solo se logra cuando todos los miembros del equipo, llámese familia o trabajo, hace lo que le corresponde, así nuestro tiempo juntos se incrementa y se enriquece.     

Lo que quiero mostrar con lo anterior, no es que antes llevara una vida anormal y que hoy esté llegando a la perfección. No. Lo que sucede es que estoy aprendiendo a disfrutar con todo lo que hago involucrando a toda la gente que me rodea y haciendo que la gente que interactúa conmigo sienta que crece y que yo crezco con su contribución por más corto que sea nuestro encuentro en el camino.

Definitivamente estoy encontrando el punto de equilibrio entre mi vida de trabajo y mi vida de familia, y no es que esté descubriendo el agua tibia, lo que pasa es que a veces creemos que tenemos equilibrio y no es así. Hay que encontrar todas las compensaciones y motivos adicionales de júbilo. Que gran placer es estar en casa, juntos y seguros, bien cerca los unos de los otros, después de un día difícil. Christopher Lasch describe a la familia como “ un refugio en un mundo despiadado”. En realidad, así puede ser, para toda la gente que nos rodea. ; la satisfacción de poder sentarse y observar todos los avances es un punto de equilibrio adecuado.

Transmitiendo mis experiencias quiero invitar a mis queridos lectores a buscar el verdadero equilibrio que solo se logra encontrando resultados satisfactorios en las dos partes donde pasamos la mayor parte de nuestro tiempo productivo: EL TRABAJO Y LA FAMILIA y al poner a interactuar estas dos actividades tan necesarias, encontrarle sentido a nuestra vida.

 Eudoro Román Lemos