Hablemos de Salud Organizacional

junio 1, 2012

Necesitamos dedicarle un poco más de tiempo al cuidado de nuestra salud personal y al de nuestra salud organizacional. Dentro de nuestras organizaciones se está sintiendo la presencia del virus de la “enfermedad terminal” y es aquella donde la gente se dedica a teclear en un computador datos tomados de otro, quitándole espacio a la creatividad, colocando la imaginación al servicio de la máquina y desperdiciando todo lo que la mente humana puede crear con esta herramienta tan prodigiosa como es el computador. La reacción típica de la gente que quiere eficiencia es buscar la manera de reteclear el material más rápidamente, o si se orienta más a la tecnología, busca una manera de conectar las terminales de modo que el material pase electrónicamente de un sistema al otro. Ambas búsquedas tratan el síntoma, no la enfermedad.

Cuando la misma información va y viene entre diversos grupos de interés de la organización – sea que se reteclee cada vez, o sea que se transmita electrónicamente -, esto indica que una actividad natural ha sido fragmentada. Las unidades organizacionales bien diseñadas deben enviarse mutuamente productos terminados, que no necesiten reteclearse. Las comunicaciones extensas son una manera de hacer frente a fronteras artificiales.

 Esta enfermedad terminal no afecta únicamente la información computarizada. Si las personas de distintas dependencias deben telefonearse mutuamente con frecuencia o enviar un montón de memos o mensajes electrónicos, eso probablemente significa que un proceso natural se ha dividido en forma inconveniente. Una respuesta típica a esta forma de enfermedad terminal es darle a las personas afectadas más medios de comunicación: otra línea telefónica, un fax mejor, un procesador más rápido, etc. Pero esto también trata el síntoma, no la enfermedad. En realidad, muchas veces los nuevos aparatos ni siquiera tratan los síntomas. Aquí vale la pena mencionar la nueva versión de la ley de Parkinson que dice que “el trabajo se expande para ocupar la cantidad de equipos disponibles para su terminación ”

 El hecho es que debemos revisar nuestros canales de comunicación, pues aunque la colaboración es necesaria para un verdadero trabajo en equipo, la gente no debe llamarse mutuamente más sino menos. Para tratar la enfermedad y no el síntoma debemos averiguar por qué  necesitan llamarse con tanta frecuencia. Si lo que hacen está tan íntimamente  relacionado, tal vez lo deba hacer una sola persona, un trabajador de caso o un equipo de caso.

 Para algunos de mis lectores estas ideas pueden sonar raras pero los invito a reflexionar sobre todas nuestras actividades con otra óptica, de tal manera que detectemos todas las enfermedades que nos van llegando con nuestro desarrollo, mediante un buen

diagnóstico al analizar todo lo que hacemos y lo que dejamos de hacer, utilizando así nuestra creatividad y reinventando muchas cosas que todavía hacemos y que hace rato han debido reinventarse. Aquí sale otra enfermedad, LA OBSOLECENCIA, es una enfermedad que con los cambios tan rápidos que estamos viviendo cada día cobra más víctimas, pero lo grave es que la gente conoce la vacuna contra esta enfermedad y no se vacuna. La vacuna, muy efectiva  por cierto, es la adquisición de conocimientos pero de conocimientos que agreguen valor porque en toda adquisición debemos evaluar la razón Beneficio/costo. 

Eudoro Román Lemos

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